Invasiones fúngicas en Chile: los hongos que trae el cambio global y sus peligros
Por Götz Palfner, profesor e investigador del área de Micología de la Universidad de Concepción.
Al existir tanta variedad de hongos en diferentes ambientes, quizás te has preguntado: ¿todas estas especies siempre han estado en su lugar respectivo? Y si no, ¿dónde estuvieron antes y cuándo llegaron?
Las especies que, hasta donde sepamos, siempre han existido en una misma región geográfica determinada y no existen en otro país o continente, las llamamos endémicas. Otras especies han migrado desde tiempos prehistóricos entre regiones y continentes, teniendo por ende una distribución global amplia o incluso cosmopolita cuando existen en todos los continentes.
La comunidad de hongos en Chile es una mezcla entre ambas: hay muchas especies endémicas, pero también aquellas que son comunes en otras partes del mundo y que llegaron por migración.
¿Cómo migran hongos?
Las esporas que ellos forman en enormes cantidades para reproducirse, son microscópicas y no pesan casi nada, por lo cual se dispersan fácilmente con el viento, a mayores alturas y a distancias de cientos o miles de kilómetros.
Por otro lado, especies de animales terrestres y aves migratorias pueden transportar esporas fúngicas en su pelo o plumaje, igual como las corrientes de aire. Son vectores que facilitan la migración de los hongos cosmopolitas.
Siempre cuando llega una nueva especie de hongo a un lugar favorable donde antes no existía, tiene que competir con las especies nativas del lugar por un espacio, por nutrientes y otros recursos. Si tiene éxito, se integra a la comunidad formando parte de ella y aumentando la biodiversidad local.
Sin embargo existen especies muy agresivas que al colonizar un nuevo hábitat o ecosistema, desplazan o incluso eliminan especies nativas y de esta manera disminuyen la biodiversidad local o regional, llegando eventualmente a dominar el ambiente y sus recursos. Estas especies se llaman invasoras.
Hongos invasores en Chile
A Chile los hongos invasores han llegado con y después de la colonización de la tierra por agricultores y empresas forestales. ¿Cómo ocurre eso? Solo muy pocas veces se ha podido determinar vía y año preciso de la llegada de un hongo invasor.
En el caso de la llamativa especie hongo pulpo (Anthurus archeri), originario de Australia, fue observado en Europa (Francia) por primera vez en 1914, habiendo llegado con insumos forestales o una carga de lana, o porque infecta cultivos importantes como Phytophthora infestans (tizón tardío) que provoca pérdidas graves en campos de papa, y que llegó en embarcaciones con papas semilla desde Perú a Europa alrededor de 1845.
Un ejemplo bien documentado para Chile y Sudamérica es Amanita phalloides, el "ángel de la muerte" o "oronja verde", seta tóxica mortal y nativa en el hemisferio norte. Gracias a las observaciones del botánico Wilhelm Herter radicado en Uruguay, que fueron publicadas en 1934, sabemos que este hongo formador de micorriza llegó a un parque urbano de la capital Montevideo en las raíces de encinos ornamentales traídos desde Italia.
Nadie tomó en serio la alarmante noticia y el llamado público del experto a eliminar estos árboles exóticos junto con su hongo tan peligroso y de esta manera evitar su dispersión. En 1945 Amanita phalloides ya había sido reportado en Buenos Aires, Argentina, hasta la década de los 70 ya había llegado a Córdoba, en el mismo país, y finalmente en 1990 se publicó el primer registro en Temuco, Chile. Hoy, A. phalloides crece dispersa en toda la zona Centro Sur y ha provocado varias intoxicaciones mortales, efecto de su confusión con setas comestibles.
Un inventario publicado en 2019 demuestra que más de 70 especies de hongos que forman setas, han llegado con o sin ayuda del ser humano de otras regiones del planeta a Chile durante los últimos 100 años aproximadamente, y siguen llegando más.
Aparte de las rutas del comercio global, el cambio climático también favorece la llegada de hongos desde zonas tropicales y subtropicales a aquellas zonas de Chile que se están calentando durante los últimos años.
La mayoría son inofensivos, pero no se puede descartar que algunos pueden provocar daño a los ambientes o sustratos que están colonizando, por ejemplo, compitiendo con las especies nativas, dañando construcciones de madera o provocando intoxicaciones al ser consumidos, entre otros.
Son cambios difíciles de parar o controlar y, en fin, las migraciones de especies siempre han ocurrido. Nuestra tarea es estar atentos y aprender a reconocer estos recién llegados para evitar confusiones y para estudiar su comportamiento en su nuevo entorno.
Fotografía de portada: Amanita phalloides @Chris Valdés - ONG Micófilo Chile