El cambio climático y los efectos del Antropoceno
Por Katherine Cisterna C.
Curadora del Área Curatorial de Cs. Naturales, Museo de Historia Natural de Concepción
El IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) define el cambio climático como la variación del estado del clima, el cual se identifica en las variaciones del valor medio y/o en la variabilidad de sus propiedades, las cuales persisten durante largos períodos de tiempo, generalmente decenios o períodos más largos.
Asociados al cambio climático, existen dos conceptos que normalmente se suelen utilizar de manera indistinta, generando cierta confusión. Uno de ellos se refiere al tiempo como tiempo atmosférico, el cual corresponde al conjunto de cambios en las condiciones físicas de la atmósfera, que suceden diariamente en un momento y en un lugar determinado. Se define a partir de variables meteorológicas como la temperatura, la presión, el viento, la radiación solar, la humedad y la precipitación.
El segundo corresponde al clima, el cual a diferencia del tiempo, se refiere al estado promedio como una descripción estadística del tiempo atmosférico durante períodos prolongados de hasta 30 años (Organización Meteorológica Mundial). Las zonas frías, por ejemplo, constituyen climas fríos que se concentran en latitudes altas, es decir, más hacia los polos; las zonas con climas templados se encuentran entre los 30º y 60º de latitud norte y sur y cuya temperatura media anual alcanza los 20ºC; y las zonas con climas cálidos se concentran hacia el Ecuador, entre los 0º y 30º de latitud norte y sur.
En el último año, las temperaturas han estado en promedio 1,0 grados por encima del valor de la era preindustrial y se proyecta una probabilidad de que durante los próximos cinco años haya uno o varios meses con una temperatura por lo menos 1,5 ° por encima de esos niveles es del 70%. Este aumento en la temperatura global, está directamente relacionada con el aumento en las concentraciones de gases de efecto invernadero producto de la actividad humana y es de especial interés ya que puede tener consecuencias negativas sobre la biodiversidad (Bravo et al. 2011).
El efecto invernadero se produce en la atmósfera de forma natural gracias a la presencia de vapor de agua, CO2 y otros gases, que de no existir, la temperatura estaría por debajo de los 30ºC, lo cual haría muy difícil la vida en la tierra. En los últimos 100 años, este se ha ido intensificando de manera acelerada y casi 0,6ºC de este calentamiento ha ocurrido en los últimos 30 años.
En este escenario, los nuevos desafíos no solo se refieren a cómo preservar a las distintas especies que habitan en el planeta, sino también a preservar los ecosistemas naturales a través del tiempo, los cuales están experimentando tasas sin precedentes de destrucción producto del cambio climático global (Hadly y Barnosky, 2009).
La alteración antropogénica comenzó tempranamente con la Revolución Neolítica, la cual se refiere a la primera transformación radical de la forma de vida de la humanidad, que pasó de nómada a sedentaria (Burke et al. 2018). Esto llevó a que la economía se basara en la producción de la agricultura y la ganadería, acelerando la conversión y la fragmentación de los hábitats terrestres, lo que posteriormente llevó al surgimiento de la minería y de la revolución industrial.
Esta problemática llevó a algunos miembros de la comunidad científica a discutir sobre el impacto real que la humanidad comenzaba a generar en el entorno global, surgiendo el término Antropoceno. Paul Crutzen propuso el término en el año 2000 para referirse a la época geológica actual, la cual se está viendo afectada por los impactos crecientes de la actividad humana tanto en la tierra como en la atmósfera. Estos cambios quedan bien documentados en la alteración de los ciclos biogeoquímicos de los sistemas de agua dulce y en los núcleos de hielo glacial, mostrando el comienzo de un crecimiento en las concentraciones atmosféricas de CO2 y CH4.
Si bien existe consenso en afirmar que los efectos del Antropoceno son reales, el impacto generado por la humanidad no constituye evidencia estratigráfica, de acuerdo a los criterios propuestos por la International Commission on Stratigraphy (ICS), puesto que no existe la presencia de capas rocosas como prueba material de que la humanidad ha logrado convertirse en una fuerza geológica, lo cual ha generado opiniones divididas con respecto al término.
El cambio climático es un fenómeno cíclico y a lo largo de la historia geológica de la tierra han existido al menos 25 periodos cálidos y casi el mismo número de glaciaciones en los últimos 2,5 millones de años. Los científicos creen que en estos momentos estamos en un periodo interglacial, es decir, saliendo de una glaciación, antes de entrar a otra. Por lo tanto corresponde a uno de esos periodos cálidos que con el tiempo llegará a su fin. Sin embargo, puede llegar a ocurrir que nuestra actividad como seres humanos, prolonguen este periodo de manera artificial y es por esta razón que parte de la comunidad científica habla del gran impacto generado en el Antropoceno.
Alexander Von Humboldt: el cambio climático inducido por el hombre
Durante el 2019 se cumplieron 250 años del nacimiento de Alexander Von Humboldt, un naturalista y científico de la aristocracia prusiana del siglo XIV, quien se ocupó del estudio de los recursos naturales, el uso del suelo y de los fenómenos geológicos, así como de la observación de las costumbres indígenas y del resto de la sociedad, en un viaje por el continente americano que duró cinco años.
En el año 1800, durante su estadía en Sudamérica, Humboldt se refirió por primera vez al cambio climático inducido por la especie humana, a raíz de las observaciones realizadas en su estadía en Venezuela en el lago de Valencia, en el cual constató que la desaparición de la vegetación estaba provocando un descenso en el caudal del lago producto de las plantaciones coloniales. Observó que la desaparición de la flora alrededor del lago, había influido en la erosión del suelo, provocando el arrastre del mismo desde las laderas de las montañas en épocas de lluvias.
La conexión que desarrolló entre las distintas disciplinas científicas a las cuales se dedicó en sus exploraciones, lo llevaron a visualizar desde épocas tempranas, como el colonialismo y los efectos de las plantaciones y el monocultivo habían destruido la naturaleza.
A raíz de ese viaje, vuelve a Europa con una concepción nueva sobre la naturaleza, la cual plasma en su obra Naturgemälde que demuestra la compleja interacción de cada elemento de la naturaleza a la que se refería como una "red de vida". Humboldt pensaba que la tierra era "un organismo vivo", existiendo una interconexión entre el mundo natural y el ser humano. Esto cobra gran relevancia en la actualidad debido a la crisis climática y al declive en la diversidad, lo cual se ha convertido en una de las mayores preocupaciones a nivel mundial.
La crisis del COVID-19 y sus efectos sobre la diversidad
Si bien hemos visto en algunos lugares del mundo cielos despejados producto del confinamiento, por el desuso del transporte público y de la paralización de la industria, el COVID 19 no da tregua a la desaceleración del aumento en las temperaturas globales. La Agencia de Energía Internacional (EIA) dio a conocer que en 2020 el mundo usará un 6% menos de la energía, causando una caída en los niveles de CO2.
Sin embargo, hace algunos meses la OMM (Organización Meteorológica Mundial) dio a conocer que en el Ártico, las temperaturas están 10ºC por encima de lo normal, y en Siberia se registró un récord de 38ºC. El planeta está viviendo un respiro temporal pero no es suficiente para disminuir los niveles de CO2 atmosférico, lo cual es un beneficio que estamos viviendo a corto plazo y no se debe descuidar el medio ambiente aun estando en pandemia.
Chile es uno de los lugares del mundo con una naturaleza geográfica que lo mantiene aislados y a salvo de las grandes amenazas biológicas. La presencia de barreras naturales como del Desierto de Atacama, la cordillera de los Andes y el Océano Pacifico, contribuyen a ese aislamiento geográfico pero no pueden competir con la modernidad global, ni con las migraciones ni el movimiento de las personas.
Los cambios que realizamos en el paisaje transforman los hábitats naturales, lo cual puede llevar a ampliar el espectro de algunas enfermedades como el hanta u otro tipo de organismos, lo cual sumado al escenario actual de cambio climático, posibilita aún más el desarrollo de enfermedades emergentes.
Se deben reconocer los efectos colaterales que provoca la sobrevivencia del ser humano y comprender, en palabras de Humboldt, la interconexión con el entorno natural. Solo así podremos comprender la relevancia de cuidar y preservar el entorno en el que habitamos.
Ilustración de Alexander Von Humboldt sobre la distribución de las plantas según la altitud en el Chimborazo, volcán de Ecuador.
Referencias
Bravo Cadena, Jessica; Sánchez Rojas, Gerardo; Gelviz-gelvez, Sandra Milena, 2011. Estudio de la distribución de las especies frente al cambio climático. Cuadernos de Biodiversidad 35:12-18 ISSN 1575-5495.
Burke, K. D., Williams J. W., Chandler, M. A., Haywood, A. M., Lunt, D. J. and Otto-Bliesner. B. L. 2018. Pliocene and Eocene provide best analogs for near-future climates. Proceedings of the National Academy of Sciences Dec, 115 (52) 13288-13293; DOI: 10.1073/pnas.1809600115.
Crutzen, P. J. y Stoermer, E. F. (2000). «The 'Anthropocene'». Global Change Newsletter 41: 17-18.
Hadly E. A y Barnosky A. D., 2009. Ed. Gregory P. Dietl, Karl W. Flessa. En: Conservation Paleobiology: Using the Past to Manage for the Future: Presented as a Paleontological Society Short Course at the Annual Meeting of the Geological Society of America, Volume 15 de Publication of the Paleontological Society: ISSN 1089-3326. Portland, Oregon.