El agua invisible del Desierto de Atacama
Como cada semana, el pasado jueves 22 de noviembre nuestro museo fue sede de una interesante versión de #DialogandoConCientíficos/as, abierta a todo el público. En esta ocasión, la encargada de exponer fue la hidrogeóloga Elisabeth Lictevout, quien nos deleitó con su increíble charla sobre “El agua invisible en el Desierto de Atacama”.
“Atacama es uno de los desiertos más áridos del mundo, pero eso no significa que no haya agua… ¡Todo lo contrario! Si bien las aguas superficiales son casi inexistentes, al igual que las precipitaciones, el Desierto de Atacama esconde reservas de aguas subterráneas que fueron recargadas hace miles de años… Entender el viaje del agua, desde el momento y el lugar en donde cayó, como precipitación, hasta el desierto requiere reconstruir los procesos geológicos, geomorfológicos, hidrológicos e hidrogeológicos que ocurrieron en el norte de Chile: es un viaje en el tiempo, un viaje en la búsqueda del agua invisible”. Partió diciendo Elizabeth.
Elisabeth posee una vasta experiencia en proyectos de agua en contextos internacionales. Ella es titulada en Hidrogeología de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Montpellier (Francia), realizó un master en Gestión Sostenible y Protección de Recursos Hídricos en la Universidad Técnica de Brunswick (Alemania), además de realizar su doctorado en Ciencias del agua en la misma casa de estudio de la ciudad francesa de Montpellier.
Actualmente es directora y co-fundadora de Carpe Science, una organización de investigación y divulgación en Ciencias de la Tierra. Anteriormente fue académica de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, directora del CIDERH (Centro de Investigación y Desarrollo en Recursos Hídricos), además de experta en agua y saneamiento de la Comisión Europea (Medio Oriente, África del Norte y Asia Central), y diversos trabajos en proyectos humanitarios y de desarrollo financiados por la Comisión Europea (América Latina y Sureste Asiático).
Según nos contaba la dra. Lictevout, aunque las precipitaciones son casi nulas y la evaporación es muy alta (entre 2.000 y 3.000 mm por año), se han acumulado grandes reservas de agua subterránea en el desierto de Atacama. Éstas se originaron hace 20.000 y 10.000 años atrás cuando el clima era más húmedo, al final del pleistoceno y principio del holoceno. Pero existe también una recarga actual cuya principal fuente de agua es el invierno altiplánico o Invierno Boliviano, que es una masa de aire húmedo proveniente del Océano Atlántico, que cruza el amazonas y provoca precipitaciones en la Cordillera de los Andes y en la zona Precordillerana del norte del país.
De esta manera se forman caudales, tanto superficiales como subterráneos, que alimentan las reservas hídricas. Debido a la evaporación extremamente alta que afecta incluso el agua subterránea -hasta unos 10 metros de profundidad- donde se forman extensos depósitos de sal que conocemos como Salares.
Las reservas de agua subterránea se localizan, principalmente, en la depresión intermedia, entre la Cordillera de la Costa y la zona precordillerana de la región de Atacama. Estas se encuentran en formaciones aluviales y volcánicas, producto de la erosión y actividad volcánica de la Cordillera y acumulados sobre cientos de metros de espesor en la Depresión central.
La doctora Lictevout hace especial hincapié en la importancia de estudiar estos procesos: “el conocimiento de estas reservas de aguas subterráneas, sus características y procesos hidrogeológicos, son imprescindibles para mejorar la gestión de recursos hídricos en las zonas áridas del país, y planificar el desarrollo de estas zonas de forma eficiente y sustentable. Son contextos complejos, en los cuales faltan datos y monitoreo de largo plazo, así que falta aún mucho por estudiar”.