Entendida como el oficio que transforma el barro en piezas de distinto uso y sentido mediante su cocción, la alfarería acompaña a la humanidad desde su tránsito hacia el sedentarismo y la emergencia de la agricultura. En Chile, la cerámica de Quinchamalí es una de las más célebres, reconocida en dos categorías del Inventario Priorizado de Patrimonio Cultural Inmaterial registrado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Expresión material de un conocimiento ancestral y de extensos procesos de sincretismo cultural, sus raíces se conectan con la tradición precolombina, a la vez que dialogan con el legado hispano y criollo.
Quinchamalí se encuentra en la Región de Ñuble, a 30 km de Chillán, y la manufactura que allí se desarrolla ha conservado en el tiempo no solo sus aspectos tecnológicos, sino también la particularidad de ser un oficio cultivado y transmitido exclusivamente por mujeres. El complejo proceso de confección es enteramente manual, y las artesanas se valen únicamente de instrumentos rudimentarios para ejecutar las múltiples etapas que comprende. Estas incluyen la obtención y preparación de las materias primas; el modelado; procedimientos secundarios tales como el raspado, el bruñido con agua y en seco, el encolado, el lustre y la pintura; y, por último, la cocción -realizada en un hoyo en el suelo, es decir, sin horno-, el teñido y la aplicación de colo blanco.
Las piezas se dividen en las categorías de «loza chica» -decorativa ornamental o de forma cerrada- y «loza grande» -utilitaria o de forma abierta-, y se caracterizan por su color negro lustroso y los dibujos blancos incisos que decoran su superficie. Los estrechos vínculos de las alfareras con la realidad natural que las rodea se manifiestan en las formas y diseños ornamentales de las cerámicas, cuyos motivos se inspiran en los personajes, la flora y la fauna del mundo rural.
Con todo, las aceleradas transformaciones que el afán extractivista ha significado para el ecosistema y las formas de vida en el territorio amenazan la continuidad de este oficio ancestral. En tal contexto, resulta urgente poner en valor la tradición cerámica de Quinchamalí, de la cual el Museo de Historia Natural de Concepción conserva un conjunto de catorce ejemplares, representativos de las técnicas, motivos e impronta estética que dan a esta artesanía un sello inconfundible.
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