Esta especie endémica de Chile, crece en el desierto más absoluto gracias a su raíz punzante y profunda que baja a tomar agua a un lago subterráneo. Es por eso que se destaca como un árbol de alta productividad en medios con limitantes hídricas y suelos salinos.
El tamarugo es un árbol caducifolio, de copa abierta y ramas espinosas. Alcanza una altura de 20 metros y el tronco puede llegar a medir hasta 1,5 metros de diámetro. La corteza es rugosa, pardo-oscura y con fisuras irregulares.
Su ambiente original se restringe a la Provincia del Tamarugal. Habita en mesetas salinas altas, donde se infiltran aguas provenientes de los sectores preandinos adyacentes, entre los 900 y 1.500 metros de altitud.
En la época del salitre, gran parte de sus poblaciones fueron explotadas para proveer de combustible a las oficinas salitreras y faenas mineras ubicadas en la Pampa del Tamarugal. Durante las décadas del '60 y '70, la CORFO realizó extensas plantaciones de tamarugo, en una superficie superior a las 20.000 hectáreas, entre la quebrada de Tiliviche y el salar de Bellavista.
En el Libro Rojo de la Flora Terrestre de Chile su estado de conservación fue evaluado como Vulnerable. Las poblaciones naturales mejor conservadas se ubican en la localidad de La Huayca y en el salar de Llamara. La única área protegida donde está representada es la Reserva Nacional Pampa del Tamarugal.
Entre los beneficios que entrega a su medio ambiente, el tamarugo disminuye los efectos del viento sobre el desierto y modera la temperatura. Sus frutos, además de las hojas y brotes nuevos, constituyen una fuente de forraje para cabras y ovejas.
Su madera es de gran belleza y ocasionalmente es utilizada para artesanía, aunque su principal uso ha sido como leña y carbón. Por su abundante floración, constituye un potencial recurso para la producción de miel de abejas.
Fuente: García, N. & C. Ormazabal. 2008. Arboles Nativos de Chile. Enersis S.A. Santiago, Chile. 196 p.