Hongos en la Antártica y hongos en el Desierto de Atacama: ¿Cómo logran sobrevivir?
Por Götz Palfner, profesor e investigador del área de Micología de la Universidad de Concepción.
Chile es uno de los países más largos del mundo, con más de 4.000 km. de distancia entre su límite norte y su extremo sur continental. Por ello no sorprende que en un territorio tan extenso existan zonas climáticas tan contrastantes, que van desde el desierto más seco del mundo en el norte, hasta las estepas frías subantárticas de Magallanes.
Un fenómeno que sí sorprende es la existencia de vida tan diversa en ambientes tan extremos. Tanto en el Desierto de Atacama, como en la zona subantártica y antártica, existen numerosas especies de plantas y animales que están perfectamente adaptadas a sobrevivir en estos lugares que, quizás, nos parecen totalmente inhóspitos.
Pero ¿qué pasa con los hongos? ¿Existen también especies fúngicas que pueden vivir casi sin agua y bajo un sol quemante, o en paisajes que durante gran parte del año están congelados? La respuesta es sí, existen.
En todos los desiertos del planeta podemos encontrar ciertos hongos que se han adaptado a la sequía y al calor durante millones de años. No solamente sobreviven, algunos incluso forman setas o cuerpos fructíferos para reproducirse exitosamente de esta forma, con un mínimo de humedad.
Por el otro lado, en las zonas polares y subpolares hay especies que aprovechan el periodo breve del verano polar para completar su ciclo junto con las pocas plantas que viven en estas zonas. En los siguientes párrafos, revisaremos algunas de sus estrategias:
Hongos del desierto
Aunque vivan en un desierto, estos hongos, igual que sus pares en ambientes más húmedos, necesitan agua y nutrientes para existir. Sus micelios, por ende, siempre crecen en la cercanía de plantas, a mayor profundidad en el suelo donde se mantiene algo de humedad y donde encuentran restos vegetales, como raíces muertas, para descomponerlos y transformarlos en su alimento.
Varias especies producen setas de tamaño considerable. Para que lleguen a la superficie desde la profundidad del suelo húmedo, donde se comienzan a formar, deben tener un pie muy largo que en caso de Battarrea phalloides puede alcanzar hasta 50 cm. De esta manera alcanzan a emerger y esparcir sus esporas por el aire.
Tienen una textura tenaz o similar a madera para resistir la sequía, el viento y para evitar ser comido por animales. Protegen la enorme cantidad de esporas que forman en una especie de cápsula o saco, soltándolas en porciones pequeñas durante varias semanas. De esta forma aseguran que por lo menos algunas esporas encuentran las condiciones favorables para germinar y formar un nuevo individuo.
Hongos Antárticos
Las setas de los hongos que crecen en las pocas zonas de la Antártida que no están permanentemente cubiertas por nieve y hielo, son bastante pequeñas y casi en su totalidad asociadas a musgos. Los musgos, aparte de proveer nutrientes para especies como Omphalina antarctica, almacenan humedad y, como crecen en cojines densos y gruesos, producen un microclima que ayuda a los micelios a resistir las heladas extremas y los fuertes vientos que caracterizan el clima polar.
Solamente durante las pocas semanas del verano antártico, entre diciembre y febrero aproximadamente, existen las condiciones adecuadas para que los hongos presentes formen sus cuerpos fructíferos y dispersen sus esporas. Hay evidencia que con el calentamiento global los hongos antárticos están proliferando más y que nuevas especies están llegando a las partes del continente blanco que se están descongelando.