Imaginarios en torno al patrimonio cultural y las dinámicas de los museos como sus custodios
Por Josefa Krstulovic Matus
Curadora de colecciones etnográficas del Museo de Historia Natural de Concepción
La historia ha demostrado que es parte de nuestra naturaleza -como seres pensantes con imaginación- el honrar, resguardar y valorizar, en resumen, dotar de significados a ciertas materialidades e inmaterialidades. Esta dimensión axiológica, con el paso de las generaciones, evidentemente, va mutando e incorporando otros significados, es decir, resignificándose.
En consecuencia, las características del patrimonio aluden a su relevancia en cada contexto histórico, es decir, algo que en el pasado fue un depósito de basura, en el presente puede ser de gran valor -como es el caso de los conchales arcaicos-. Dichos "cambios" son simbólicos y están asociados a cómo se construye el imaginario social en torno al pasado.
El Estado define el patrimonio cultural como un "conjunto determinado de bienes tangibles, intangibles y naturales que forman parte de prácticas sociales, a los que se les atribuyen valores a ser transmitidos, y luego resignificados, de una época a otra, o de una generación a las siguientes. Así, un objeto se transforma en patrimonio o bien cultural, o deja de serlo, mediante un proceso y/o cuando alguien -individuo o colectividad-, afirma su nueva condición. El valor de dichos bienes y manifestaciones culturales no está en un pasado rescatado de modo fiel, sino en la relación que en el presente establecen las personas y las sociedades, con dichas huellas y testimonios. Por ello, los ciudadanos no son meros receptores pasivos sino sujetos que conocen y transforman esa realidad, posibilitando el surgimiento de nuevas interpretaciones y usos patrimoniales" (Dibam, 2005).
Bajo esta definición, las distintas generaciones son las que van dotando al patrimonio de significancia. Por lo que un patrimonio está fundado netamente en cómo percibe la sociedad a cierto objeto, ya que, al estar tácitamente de acuerdo, pueden relevar y poner en valor ciertos bienes y manifestaciones culturales que tengan un sentido en su imaginario, así como también, pueden derrumbar concepciones y significados sobre ciertas materialidades e inmaterialidades que en un pasado eran dominantes.
Evidentemente podemos dar cuenta de dos imaginarios sociales que muchas veces dialogan, conflictúan y convergen: el patrimonio institucionalizado y "los otros patrimonios", es decir, podemos hablar de un imaginario dominante y un imaginario construido, respectivamente. Dominante en el sentido de que la institucionalidad legitima ciertos tipos de patrimonio, mientras que el otro es aquel que -no necesariamente aun legitimado- nace desde las lógicas de las y los mismos habitantes de un territorio.
Hablar de la dimensión política del patrimonio implica reconocer que su definición adquiere contenidos diversos, e incluso contrapuestos. Por ejemplo, la frase "poner en valor el patrimonio" contiene significados plurales y alude a prácticas múltiples dependiendo de los actores sociales que lo crean, lo portan, lo transmiten, lo resignifican, lo administran o lo exhiben. Operaciones todas, que bien, pueden ser producidas simultáneamente y/o por los mismos sujetos.
Llevando esta reflexión a los museos, Bengoa (2004) se pregunta ¿por qué se apilan en estos estantes estos objetos y no otros?, ¿por qué se declara un edificio monumento y no el de al lado? Las respuestas a estas preguntas aluden a los imaginarios en torno al patrimonio, donde los espacios museales se presentan como "los guardianes de la leyenda, los dueños de la memoria, los clasificadores quienes, de alguna manera, deciden cuáles asuntos, cuáles bienes, cuáles paisajes, cuáles rumores, qué olores, qué sentidos, son y deben ser declarados de todos y preservados" (Bengoa, 2004). Ante esto, los museos se proyectan como una acción de performance, de representación de la cultura y, por consiguiente, en un espacio de imaginarios dominantes en torno a lo que es el patrimonio.
Últimamente hemos evidenciado como la valorización, así como los discursos y las demandas que surgen en torno a ciertos patrimonios, van cuestionando las diversas formas en que estos se conciben en instituciones como los museos, ya que, sin duda, el pasado colonial dejó huellas en lo que tiene que ver con la obtención de la gran mayoría de los objetos que se encuentran en ellos. Desde los primeros viajeros, naturalistas, coleccionistas y científicos que llegaron a las tierras del Chile actual, hemos evidenciado que las prácticas de intercambiar, comprar y hurtar eran recurrentes y normalizadas.
A raíz de ello, los recientes discursos y demandas de comunidades indígenas han invitado a replantear y reestructurar el cómo se custodia y se exhibe lo patrimonial. Un ejemplo ha sido el de las osamentas y otros materiales sensibles de ser exhibidos y custodiados, lo que inició una serie de demandas que buscaban la restitución, repatriación y reinhumación, demandas que mundialmente han tenido bastante éxito.
El modo en que hoy funcionan los museos, lejos de operar bajo lógicas de exclusión, apunta a otras maneras de concebir lo cultural. Los museos más bien se presentan hoy como espacios abiertos al diálogo, posicionándose en una realidad dinámica que cuestiona constantemente el paradigma colonial. El patrimonio se resignifica, los museos también.
Experiencia local
Un ejemplo local de esta lógica integrativa es el diseño de la museografía de la sala "El Carbón" del Museo de Historia Natural de Concepción, el cual es producto del trabajo participativo con la comunidad. En esa sala se busca relevar, además de lo económico, el impacto sociocultural que produjo la explotación del recurso.
En la misma línea, el museo penquista ha sumado otros proyectos que han buscado actualizar la museografía incorporando el enfoque de género, lo cual comenzó a partir del año 2008 con el Programa de Mejoramiento de la Gestión Pública -PMG de Equidad de Género- dentro de la ex Dibam, actual Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.
Así, en el 2013 se inicia el proyecto "Aporte de las mujeres al desarrollo de la actividad minera y a la construcción de las identidades culturales de Lota durante el periodo de explotación carbonífera", continuando el mismo durante el 2014 con las comunas de Coronel y Curanilahue. Durante el 2015 y 2016 se profundizó en el borde costero con los proyectos: "Las Mujeres y La Mar: Identidades vinculadas a actividades productivas en el borde costero de las caletas Coliumo y Cocholgüe" e "Investigación sobre las Identidades de Género en la comuna de Cobquecura". Este trabajo se materializó con un panel de infografía en la sala "Eje cultural y Ecosistemas Regionales".
Por otra parte, durante el 2017 se buscó rescatar el acervo bibliográfico-documental y visual de una de las sociedades mutualistas más significativas de la historia de Concepción: la Sociedad de Ilustración de Mujer (S.I.M) con el proyecto "Sociedad de Ilustración de la Mujer de Concepción: rescate documental y visual para la memoria local".
Otro enfoque que está trabajando el Museo de Historia Natural de Concepción, es el de la vinculación con comunidades indígenas a través de investigaciones participativas, siendo el más reciente el desarrollado durante el año 2019 junto a tejedoras pewenche gracias al Fondo de Apoyo a la Investigación Patrimonial de la Subdirección de Investigación, del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.
En este sentido, como indica Reyes (2018), el estudio detallado de objetos indígenas que conforman las colecciones etnográficas en los museos del mundo, en estrecho diálogo con los pueblos que los crearon, constituye una valiosa herramienta para avanzar en el conocimiento de las propias colecciones, pues existen muchos vacíos de información sobre ellas, y de las relación que existe entre pueblos indígenas y sus objetos hoy musealizados. Con ello es posible inferir su visión sobre los procesos de patrimonialización de sus culturas material/inmaterial, las transformaciones de sus modos de vida, sus ontologías y cosmologías indígenas, enfoque el cual pretende seguir profundizándose a partir del estudio de colecciones etnográficas en y con las comunidades.
Asimismo, el vínculo del museo penquista con la academia, ha sido fundamental para desarrollar la divulgación científica en distintas materias, lo que ha permitido la realización de diversas charlas enmarcadas en el programa "Dialogando con científicos y científicas", y ahora durante la pandemia denominado "ConCiencia en Casa". Este vínculo también ha permitido realizar recientes cambios en la museografía permanente del Museo, gracias al apoyo del astrofísico Fernando Izaurieta que desarrolló el panel de "La Galaxia" y a Paul Gómez y el equipo de Copas Sur-Austral, quienes desarrollaron el panel del océano, ambos instalados durante el 2018.
Indiscutiblemente hoy los museos se encuentran en un proceso de formar lazos con la comunidad a través de una permanente reflexión y compromiso. Son espacios que invitan a la revisión no sólo del pasado, sino también del presente, que abren sus puertas tanto a imaginar otras formas de concebir lo cotidiano, como a conocer de primera mano investigaciones recientes de diversas índoles. Así, los museos se presentan como lugares afines a la conversación, a la divulgación y a la investigación del custodio patrimonial.
Referencias bibliográficas
Bengoa, J. (2004). Identidad, memoria y patrimonio. En DIBAM. IV Seminario sobre Patrimonio Cultural Instantaneas Locales. Santiago, Chile.
Dibam. (2005) Memoria, cultura y creación. Lineamientos políticos. Santiago, Chile. DIBAM.
Reyes, A. (2018) El objeto etnográfico, la investigación y el museo ¿colectar o comprender? Estudio de caso a partir de las colecciones etnográficas del Museo Nacional de Colombia. En Kraus, M. Halbmayer, E. & Kummels, I. (eds.) Objetos como testigos del contacto cultural. Perspectivas interculturales de la historia y del presente de las poblaciones indígenas del alto río Negro (Brasil/Colombia). Berlin: Ibero-Amerikanisches Institut - Preußischer Kulturbesitz