Desde que participa en los talleres de creados por Rosmarie Prim en 1974, la bordadora de Copiulemu María Riquelme experimentó una evolución creativa que le permitió desarrollar un estilo particular de bordado.
Hoy sus hijas, nietos y bisnietos ejecutan los mismos puntos que ella y combinan los colores de modo similar, con lo que ha logrado imprimir una línea autoral.
Su trabajo se caracteriza por un tratamiento de las figuras envueltas con líneas ondulantes de distintos colores y grosores. Los trazos de lana llenan el fondo entre las formas y hacen desaparecer la organización típica de figura-fondo.
Otro sello de su obra es la presencia de grandes árboles con niños o animales sobre sus ramas, como elemento central o destacado en el diseño.
Este motivo se originó en la petición de crear un árbol de la vida para el lienzo bordado a Juan Pablo II en 1987. Ella confeccionó un bordado similar con esta figura como recuerdo para el Papa.
El Museo de Historia Natural de Concepción posee 3 bordados de María Riquelme que enseñan su particular trabajo.